Tomo este título parafraseando el nombre de una bonita biografía que escribió hace años Pilar Urbano sobre el Juez Garzón y a la que llamó “Garzón, el hombre que veía amanecer”. Recuerdo cuando, empezando yo el instituto, mi tío me la regaló porque ya empezaba yo a “apuntar maneras” con eso de la «judicatura». Es cierto, tengo que reconocer que en aquellos momentos me fascinaba la figura del Juez Garzón.
Era yo bien pequeñito cuando recuerdo verlo en las noticias combatiendo el narcotráfico en Galicia. Eran los momentos de la “Operación Nécora”, en los años noventa, cuando lo veíamos desembarcar en helicóptero en Galicia para acabar con las “mafias del narcotráfico” y auxiliar a las “madres contra la droga”. En 1993 saltó a la política con Felipe González, de quien se dice que lo traicionó al no nombrarlo Ministro de Justicia y dejarlo como Delegado del Plan Nacional contra las Drogas. Fue a su retorno a la judicatura cuando sacó entonces los trapos sucios del Gobierno de González e inició la instrucción por el caso GAL.
Lo hemos visto también desmantelando los entramados terroristas y ahondando no sólo en su aparato militar, sino en todas las redes socio-económicas que le daban cobertura. Realizó aquí una importantísima labor, sin duda pionera. Igual que ocurría en el ámbito del Derecho penal internacional, al promover el levantamiento de la inmunidad de dictadores y genocidas en Latinoamérica y, principalmente, con el intento de procesamiento de Pinochet. Su extraordinaria sensibilidad en el ámbito internacional la dejó plasmada en un librillo muy interesante –e incluso emotivo-, que escribió en el año 2002 y que publicó bajo el título “Cuento de Navidad: es posible un mundo diferente”. El otro día vi que recientemente ha publicado otro libro, supongo que de naturaleza similar, que ha llamado: “La línea del Horizonte”. Reconozco de él leí también el libro “Un mundo sin miedo” y no me gustó en absoluto.
Ahora, sin embargo, el Juez Garzón está como siempre en primera línea mediática pero, lo novedoso de esta vez, es que lo está porque se han abierto tres causas contra él por prevaricación: la relativa a los crímenes contra el franquismo, la del banco Santander y la de las filtraciones del caso Gürtel.
No pretendo aquí hacer un relato, ni justificatorio ni condenatorio, con referencia a esas tres causas que penden sobre la cabeza del Juez Garzón, sino que quiero aprovechar este momento para hacer algunos comentarios sobre la persona (y la personalidad) del Juez Garzón, sin duda polémica, que desde siempre ha mantenido irreductibles defensores y detractores; al tiempo que reflexiono sobre las funciones y naturaleza de la judicatura.
Podría también haber llamado a este artículo, el Juez Garzón: ¿ángel o demonio? Sin embargo, he preferido el título de “el Juez que jugaba al fuera de juego” y es que, utilizando términos futbolísticos –aunque yo no sea muy aficionado-, lo cierto es que el Juez Garzón ha jugado siempre en la línea del fuera de juego. Ello con sus ventajas y también con sus inconvenientes.
No podemos negar las grandísimas aportaciones que ha realizado el Juez Garzón en algunas materias, como ya hemos dicho, fundamentalmente en el ámbito de la Justicia Penal Internacional –buena prueba de ello son los extraordinarios apoyos que está recibiendo desde Latinoamérica-, y también frente al terrorismo y, en su momento, contra el narcotráfico. En todos estos campos el Juez Garzón ha sido un Magistrado pionero, ha ido abriendo caminos, ha sido casi un explorador de nuevas fórmulas jurídicas en defensa de “justas causas”. De hecho, en ocasiones, han sido actuaciones del Juez Garzón las que han servido de acicate para posteriores modificaciones legislativas y, en muchos casos, los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado esperaban a que el Juez Garzón estuviera de guardia en la Audiencia Nacional para instar instrucciones sin duda difíciles y que podrían haberse encontrado con la negativa o dificultades en otros Magistrados. Sin embargo, el Juez Garzón aparecía siempre dispuesto a emprender nuevas “campañas”. Un Juez, sin duda, activista que, incluso, gusta de jugar en los límites para alcanzar la “Justicia”.
Esto que en principio parece muy bonito, choca sin embargo con nuestra concepción de la Justicia y del orden democrático. El Juez es vox iuris, es la voz del Derecho, y, en consecuencia, debe jugar siempre en los límites del mismo, y no está bien visto cuando nuestros Jueces caen en excesivos activismos y se toman demasiadas licencias. La visión continental –frente a la anglosajona-, es la de un Juez atado y bien atado por el Derecho. Pero al Juez Garzón, sabemos, que algunas veces le gustaba “aflojarse” esas cuerdas. Es cierto que en muchas ocasiones lo hacía persiguiendo causas que, en general, a todos nos parecían «justas»; pero, en algún caso, puede haberse pasado de la raya. Y es que, siguiendo con el símil futbolístico, jugar al fuera de juego a veces da resultados, pero en alguna ocasión puede levantarte la bandera el linier.
El Juez Garzón se ha mantenido así en la cresta de la ola durante muchos años, en ocasiones plantando justas batallas que nadie se hubiera atrevido a dar y saltando en lodazales que cualquier otro hubiera querido esquivar. Y ello, además, aderezado siempre con su notable personalidad. El Juez Garzón es una persona de origen muy humilde, que ha luchado mucho por ganarse su posición. Creo de verdad que ha sido una persona que ha creído en la Justicia y ha luchado honradamente por ella. Ahora bien, al mismo tiempo, ha demostrado un exceso de protagonismo, en ocasiones necesario pero en otras muy inconveniente, y se ha convertido en un Juez estrella con excesivo gusto por lo mediático.
No seré yo quien defienda un estilo de Juez esquivo y no comprometido con los problemas sociales. Creo firmemente que los Jueces deben vivir los problemas de su sociedad. Aunque, por otro lado, si hay una virtud esencial para todo Juez esa es la prudencia y la moderación. Y ello le ha faltado al Juez Garzón.
Con independencia del resultado de los procesos judiciales ahora abiertos contra el Juez Garzón, creo que es de justicia reconocerle que ha sido una persona comprometida socialmente y que mucho ha trabajado por ello. Sin embargo, probablemente se equivocara del puesto desde el que realizarlo. El poder de cambiar normas y gestionar los problemas sociales le corresponde a los políticos. Los Jueces, por su parte, han de resolver las controversias que les sean planteadas, con conciencia social, sí, pero sometidos plenamente al imperio de la Ley. Un Juez puede ser hasta cierto punto atrevido, puede luchar por la Justicia desde la propia Justicia; pero, sobre todo, lo que le ha de ser exigible es que sea prudente y moderado. Un gran ejemplo creo que lo encontramos en quien ha sido durante años Magistrado en la Audiencia Nacional, el Juez del Olmo.
Es por ello que no creo que el Juez Garzón sea ni ángel ni demonio. Con todos sus defectos y su gusto por el protagonismo, creo que en el fondo ha sido una persona honesta que ha creído que de verdad que “es posible otro mundo diferente” y ha tratado de luchar por ello. Pero, al mismo tiempo, creo que se ha equivocado, en parte, en la forma de trabajar por tan noble fin. El ejercicio de la jurisdicción no es en sí el lugar más apropiado para el activismo social. Y, además, cometió el mayor pecado en el que puede incurrir un Juez: su entrada en la política; y, sobre todo, su vuelta a la judicatura después de su paso por aquella. Si un Juez decide que ha llegado el momento de cambiar cosas y salta a la política, chapeau; pero ha de asumir que ello tiene un coste inevitable, ya que queda «tachado» para reincorporarse, por lo menos, en órganos jurisdiccionales de alto nivel y, más que en ningún otro, en la Audiencia Nacional. Éste fue en mi opinión su mayor pecado.
Ahora les toca a los Magistrados del Supremo juzgar si en estos tres casos el Juez Garzón traspasó la línea de fuera de juego. Dudo que en el caso del franquismo o en el Gürtel, se pueda imponer una condena por prevaricación estimando que resolvió a sabiendas de la injusticia de lo que actuaba. Sobre el caso del Banco Santander, no me atrevo a pronunciarme. En todo caso, espero que los Magistrados del Supremo dicten una sentencia adecuada, libre de prejuicios personales o de presiones públicas o políticas. Estoy cansado de ver cómo periodistas y políticos abren causas paralelas para éste y en otros muchos asuntos donde la Justicia debe actuar libremente, o mejor dicho, con la única atadura del propio Derecho. Y es que, en el ámbito de la Justicia, “no news, is good news”.
Como moraleja, aquellos que tenemos una vocación por la judicatura debemos aprender que, por más que los Jueces deben mantener un fuerte compromiso social y, en el ejercicio de la Jurisdicción, pueden alcanzar logros extraordinarios (pensemos en la importancia del Juez Falcone que luchó contra la mafia napolitana o del Juez Marshall que sentó las bases de la Justicia constitucional en los EEUU y esos miles de jueces que en el día a día se esfuerzan por resolver justamente cada uno de los casos, por más sencillo y humilde que sea); pero, no podemos olvidar la importancia de la prudencia como virtud capital de quienes ejercen el Poder Judicial y debemos afirmar la plena independencia de nuestros Jueces y Magistados, al mismo tiempo que llamamos a su absoluta dependencia ante la Ley. Y, no podemos olvidar, que es a los representantes democráticos a quienes les compete afrontar los necesarios cambios sociales, la acción de gobierno, y no es bueno cuando los políticos se meten a jueces, ni tampoco cuando los jueces se meten a actuar políticamente. Porque en esos casos, además, lo que suele ocurrir es que es la Justicia la que termina ahogada…
Germán T.
Publicaba ayer en ABC un abogado un artículo de signo parecido al que yo aquí escribí sobre el Juez Garzón bastante interesante:
http://www.abc.es/20100319/opinion-tercera/garzon-herido-memoria-20100319.html
Me preocupa ver todo lo que está ocurriendo con el Juez Garzón e incluso la imagen de desprestigio exterior que España está dando. Unos abogados argentinos van a dar una rueda de prensa donde anunciarán que van a presentar una querella en Argentina para que se investiguen los crímenes de nuestra dictadura, visto que España se niega a hacerlo.
Sin embargo, no veo claro que al Juez Garzón se le esté imputando el delito de prevaricación por haber investigado los crímenes del franquismo. Parece ser, y lo digo sin estar muy seguro porque no he sacado tiempo todavía para leerme el auto de imputación, que el delito de prevaricación podría venir dado porque Garzón no respeto las normas de competencia y trató de construir fálsamente la misma.
Si la discusión se centra en si el Juez puede o no inaplicar la Ley de amnistía, probablemente Garzón encontrará argumentos, que los hay, para sostener que por mor de los Convenios Internacionales no se podía aplicar la misma. Sin embargo, reitero, que parece que la discusión va más allá de si se encontraba o no vinculado por esa ley.
Dejo aquí un artículo que se publica hoy en ABC de un Catedrático de Derecho procesal aunque he de decir que tampoco aporta mucha luz, más allá de pegarle algún cepillado a nuestro Juez:
http://www.abc.es/20100408/opinion-firmas/juez-20100408.html
En el País se publica hoy un artículo de Elorza sobre la cuestión de Garzón que puede servir de contrapunto al del otro día de ABC. En este caso, Elorza viene a defender la postura de Garzón.
http://www.elpais.com/articulo/espana/Varela/Garzon/caza/elpepiopi/20100410elpepinac_14/Tes/
El otro día aproveché un ratillo para leerme el auto de Varela en el que imputa a Garzón y, por otro lado, el auto de Garzón con el que supuestamente incurrió en prevaricación. Hago algunas reflexiones al respecto:
1) Garzón, en mi opinión, forzó bastante los límites competenciales ya que en principio no era competente para conocer de las detenciones y desapariciones denunciadas pero logró declararse competente subsumiendo las mismas en la causa general de que éstas se habían producido en el marco de un levantamiento contra las instituciones del Estado. Además, también se le discute que los delitos habían prescrito y que sus autores era notorio que estaban muertos.
2) Sin embargo, el auto de Varela imputándole el delito de prevaricación, en principio, me parece desproporcionado, por los siguientes motivos:
a) Aunque forzada, lo cierto es que encontró base para justificar su competencia y ello sin perjuicio de que posteriormente la Audiencia entendiera que la misma no era adecuada.
b) En cuanto a la prescripción de los delitos, igualmente hay argumentos jurídicos suficientes para poder justificar que de acuerdo con las normas imperativas de Derecho internacional público, estos no habían prescrito y además había que inaplicar nuestra Ley de amnistía.
c) Por lo que hace a la inexistencia de delito ante la muerte de sus autores, es cierto que los principales responsables, empezando por Franco, es notorio -y a Dios gracias-, que andan bien sepultados. Sin embargo, podría haberse tratado de descender a otros responsables -aunque fueran de menor rango-, lo que hubiera justificado la investigación de tales delitos.
De esta manera, y de forma no taxativa porque me hacen falta otros elementos de juicio, en principio creo que no cabe imputar un delito de prevaricación al Juez Garzón por ello. Cometió excesos, parece ser que sí y prueba de ello es la revocación por parte de la Sala de la Audiencia Nacional; ahora bien, de ahí a la prevaricación creo que hay un techo muy largo. Y es que la prevaricación supone dictar resoluciones manifiestamente injustas y con conocimiento de su injusticia es decir, de su falta de conformidad con el Derecho.
3) Como añadido a lo anterior, quiero señalar además que el lenguaje utilizado por Varela me parece excesivo y flaco favor hace a su causa que trasluzcan en sus palabras algo más que enjuiciamientos objetivos y que se acercan a sentimientos personales.
4) Hay una parte de la actuación de Garzón que no me queda muy clara y que a partir de ahí sí que a lo mejor podría deducirse alguna responsabilidad mayor, incluso esa prevaricación.
A Garzón le llegan todas las cuestiones en el año 2006 y no dicta el auto de diligencias previas hasta 2008. ¿qué ocurre desde hasta ese momento? Parece como si Garzón hubiera esperado a la aprobación de la Ley de memoria histórica y, visto que ésta se quedaba corta, se ha lanzado a «rellenarla».
Y es que, «parece» que Garzón no quería abrir una causa contra los crímenes Franquistas, no buscaba incriminar penalmente a nadie, sino que lo que quería era en realidad organizar desde sus juzgados la recuperación de los cuerpos desaparecidos. Se abría así una causa por detenciones y desapariciones, recuperaba los cuerpos y los entregaba a sus familias y luego se cerraba la misma alegando que sus responsables habían muerto.
Aquí estoy dentro de las especulaciones, pero creo que no me alejo del propósito que en realidad mantenía Garzón. De hecho, en el artículo de Elorza parece que se intuye esta idea cuando dice que Garzón no «pretendía perseguir a nadie».
Creo que pocos verían bien que, una vez muertos los principales responsables, se abrieran procesos penales contra personas de mandos inferiores que tuvieron participación en los crímenes ocurridos durante la Guerra Civil en uno y otro bando. Sería abrir una cicatriz que nuestra Constitución ha cerrado y, por suerte, la mayoría de los españoles son firmes demócratas y son muy pocos los que añoran regímenes anteriores. Por suerte, creo que ahora en la mayoría de los pueblos podemos ver sentados tranquilamente a nuestros abuelos sin mirar con odio a quien se sienta en frente y ello a sabiendas que a lo mejor tomaron parte en bandos opuestos en aquella guerra fraticida o, incluso, en la indeseable dictadura posterior.
Sin embargo, lo que la sociedad si que reclama es que se restituya la memoria de quienes fueron injustamente castigados y, particularmente, muchas familias puedan recuperar los cuerpos de sus muertos que todavía se hallan en las cunetas de nuestras carreteras.
Ello parece que es lo que se proponía el Juez Garzón, facilitar la reparación a esas familias.
Pues bien, y ahora voy a decir algo bastante «fuerte», siendo el fin extraordinariamente noble, si en realidad el Juez Garzón lo que pretendió era eso y así se pudiera demostrar, lo cierto es que sí que habría incurrido en prevaricación.
Un Juez es vox iuris, es voz del Derecho y a él se encuentra sometido. Si la Ley de memoria histórica se quedó corta, a los políticos deberemos exigirles responsabilidades, pero no es admisible que venga un Juez a hacer «justicia material» quebrantando las normas. El proceso penal no está para eso y, si esa hubiera sido su finalidad, habría utilizado un proceso penal torticeramente. Cierto que lo habría hecho para unos fines que, socialmente, parecen justos, pero ilegales o, por lo menos, no admitidos por el Derecho.
Choca mucho esto, pero es así. El Juez está sometido íntegramente a la legalidad y no tiene voluntad propia más allá de la voluntad general expresada a través de la Ley. Y la ley no ampara abrir una pseudo-causa penal, aunque sea para perseguir unos fines justos.
Aquí es donde creo que puede estar el pecado de Garzón. Es por ello que creo que al final su juicio estará en ver si de verdad utilizó el proceso penal para una cuestión ajena a conseguir la imputación de unos criminales. Si utilizó la causa penal simplemente para recuperar los cuerpos de los muertos del franquismo o si de verdad se pretendía abrir un juicio penal contra sus responsables. Demostrar lo que pretendía es difícil, pero podrían haber quedado rastros en sus actuaciones procesales de que en realidad no quería perseguir a nadie sino sólo ganar tiempo para ordenar, como diligencias inmediatas, recuperar los cuerpos.
Si lo que pretendía abrir era un juicio penal contra sus responsables, hay argumentos para sostener que el Juez Garzón actuó correctamente; pero, si se lograra demostrar que en realidad construyó un proceso penal falsamente para simplemente, y por más que reitero que resulte noble la causa, recuperar los cadáveres, entonces sí que debiera ser condenado por prevaricación.
Es por ello que entiendo equivocado quienes tratan de llevar el debate a sí en España se pueden o no se pueden investigar los crímenes del franquismo. Ese debate es lícito y en principio no se puede condenar a un Juez porque trate de realizarlo y, siendo conforme al Derecho estatal e internacional, abrir las causas que entendiera conveniente. Sin embargo, creo que ese no es el problema de fondo en esta causa aunque los «actores» estén queriendo parecer, por uno y otro lado, que es ese. El problema único que justificaría esta causa penal es si se puede demostrar que utilizó el proceso penal para unos fines ajenos al mismo.
Como última idea dos reflexiones adicionales. Por un lado, transmitir que en España pueda ser encausado un juez por tratar de investigar los crímenes franquistas nos está dando muy mala prensa. Es por ello que creo que habría que explicar mejor qué es lo que está siendo objeto en realidad de imputación.
Y, por otro lado, si ya nuestros jueces estaban cayendo en el desprestigio, con esta campaña de desprestigio por bandos de unos y otros, de cirios y troyanos, la Justicia no se sostiene. Nos hemos cargado el Constitucional y vamos camino de hacer ahora lo mismo con el Supremo y con la Audiencia Nacional.
Así que, en todo caso, moderación, respeto y reflexión.
Germán T.
[…] reflexiones al respecto: 1) Garzón, en mi opinión, forzó bastante los límites competenciales, jugó al fuera de juego, ya que en principio no era competente para conocer de las detenciones y desapariciones denunciadas […]
Es curioso que escuchemos estos días en los medios de comunicación a tertulianos, políticos y demás grupos de opinión totalmente prescindibles defender una idea y la exacta contraria sin el menor atisbo de rubor intelectual.
Así se vanaglorian del estado de derecho cuando un juez declara «inconstitucional» el cierre de Egunkaria poniendo de manifiesto que NO «todo vale» en la justicia y minutos después son capaces de demonizar los procesos abiertos contra el juez Garzón y justifican sus posibles errores ensalzando el fin que buscaba.
[…] penal de Garzón por su investigación de los crímenes contra el franquismo y también sobre su forma de actuar como juez, en sendos artículos. No es cuestión de reiterar lo ya […]