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Posts Tagged ‘Sevilla’

Arte menor

El Portón, uno de esos rincones que le dan vida a una ciudad con el alma de Sevilla. Qué momentos los allí vividos; qué noches de relio, de sevillanas y poesía; qué buenas gentes; qué grandes personas. La bella intrahistoria se escribe en lugares como el Portón de Sevilla a los pies de la Giralda.

A Carlitos y también al Chiquitín del Portón y a todos los que hemos sido sus «niños»

Germán T.

Sevillana a Carlos de El Portón.

Nadie mira a la Giralda

como la mira El Portón;

le hace de esfera la luna

y es la aguja de un reloj.

 

Y en verdad no disfrutara

de la luna y la Giralda

si no fuera en compañía

de la gente que lo guarda.

 

Los sitios no son los sitios,

son las gentes que los llenan.

No sonaría aquel cauce

si en el monte no lloviera.

Vas tú, lavandera, al río,

a lavar a la ribera,

y yo lavo en Polavieja

los dolores de mis penas.

 

Hemos pasado mil horas,

hemos callado y reído,

y hemos entrado a la tarde

y a la mañana salido.

Y visto la diferencia

de quien tiene corazón,

sabe tratar a la gente

y vive su vocación.

 

Tú que tanto has trabajado,

me han contado que te marchas

del lugar donde las tardes

tornar viste en madrugadas.

Los sitios no son los sitios,

son las gentes que los llenan;

si tú, Carlitos, te marchas,

que cierre El Portón las puertas.

Felipe Santa-Cruz Martínez-Alcalá.

http://limpiopensadores.blogspot.es/


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Iba paseando camino de la Universidad por Sevilla y, de repente, cuando he llegado a la altura del Excelentísimo Ayuntamiento de la Ciudad, me ha llamado la atención que allí donde suele ondear la bandera de la Unión Europea, en la cúpula de la propia casa consistorial, se erige ahora una bandera del «orgullo gay».

Simplemente me gustaría oír ahora lo que dicen quienes con tanto celo defienden que no se pueden poner signos religiosos en lugares oficiales porque hieren su sensibilidad… O, como pretende el abogado Mazón, quien quiere que se retire el Cristo de Monteagudo, porque, según él, es contrario a la libertad religiosa. ¿Poner una bandera representativa de una determinada condición sexual en un lugar oficial, es más, en el puesto propio de una bandera oficial, no compromete la «neutralidad» del Estado? A ver si ahora vamos a «asignarle» condición sexual al Estado…

Si el otro día defendí que las personas religiosas podamos celebrar tranquilamente nuestras fiestas y santorales, no puedo ahora, so pena de ir contra mis propios actos, lo cual denotaría mala fe, criticar que quienes tienen una determinada condición sexual puedan hacer las fiestas que gusten. Sin embargo, igual que en su momento afirmé que en lugares «oficiales» -que es distinto de públicos-, allí donde están situados los símbolos del Estado, no deben situarse los propios de una confesión -vid. a este respecto https://inpurisnaturalibus.wordpress.com/2009/11/07/el-tribunal-europeo-es-contrario-a-la-exhibicion-de-crucifijos-en-las-aulas/– . Esto mismo lo sostengo con quienes apartan una bandera oficial para situar la propia de su condición sexual.

Pero, sobre todo, me molesta en extremos el doble rasero de lo políticamente correcto. En parte siento que adherirse a la fiesta del orgullo gay es «progre» y es «políticamente correcto», por lo que quien lo critique será tachado de fascista. Pero, sin embargo, como las procesiones o el corpus eso es de «otra época», podemos llamar «capillitas» o «carcas» a quien lo disfruta y alegar que tales expresiones religiosas nos hieren la sensibilidad por lo que debieran ser privadas.

Pues bien, o todos moros o todos cristianos. Vivimos en una sociedad plural, por lo que dentro de unos límites, todos debemos poder expresarnos libremente y ejercer las manifestaciones públicas que deseemos. Si unos quieren sacar procesiones, pues perfecto; y si otros quieren hacer una fiesta en honor a su condición sexual y celebrar que han alcanzado la igualdad de derechos después de muchos años de represión, igualmente bien. Ahora, todos iguales. Para todos la misma «sensibilidad». Ese respeto que piden los homosexuales para celebrar su día y hacerlo públicamente por las calles de la ciudad, tiene que ser igualmente reconocido a aquellos que lo que quieren es hacer pública su fe religiosa. Y, de igual manera que criticamos que se pusieran crucifijos en el sitio de presidencia de las aulas de los colegios públicos, junto a la imagen del Jefe del Estado; no puedo admitir que se ponga una bandera gay en puesto de la de la Unión Europea sobre la Casa Consistorial.

Dejémonos de hipocresías, de dobles raseros y, sobre todo, de categorías de lo políticamente correcto. Porque, como he dicho, aquí «o todos moros o todos cristianos».

Germán T.

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Casualidades de esta vida, cuando volvía de clase a la residencia en Sevilla me he encontrado con esta «guisa» y, como no puede ser de otro modo en este mundo globalizado, ya tenemos en Internet puesto el vídeo del «intento» de zapatillazo contra el Presidente Turco; y tema de discusión para este foro que, en este caso, sale además a «cubrir la actualidad», de forma crítica, y con un «reportero en directo»… En cualquier caso y como primera apreciación, siempre condenar estas formas radicales de expresión.

Dejando esta anécdota a parte, creo interesante entrar en el fondo. La cuestión turca es sin lugar a dudas uno de los grandes temas estratégicos a los que se enfrenta la Unión Europea y que no estoy muy seguro que esté siendo tratado de la forma más adecuada. Se discute mucho acerca de cuáles han de ser los límites «territoriales» de la Unión Europea y si, en consecuencia, podría darse o no entrada a la Unión a un país como Turquía. Pues bien, lo cierto es que la Unión Europea en octubre de 2005 admitió a Turquía como país candidato a entrar en la Unión. De esta manera, parece que ahora no sería coherente decirle que por su territorio o su religión, le negamos de manera radical las posibilidades de entrada en el «club europeo» -como en alguna ocasión ha insinuado Sarkozy-. De hecho, ésta es una de las grandes críticas que se lanzan desde Turquía que, en ocasiones, se sienten toreados cuando después de haber sido admitidos como candidatos y haber ya comenzado toda una serie de negociaciones y de cambios internos en el país, determinados gobiernos europeos se lanzan a «negar la mayor» y cuestionan si, aún cuando Turquía cambiara de manera radical y cumpliera con todos los requisitos (democráticos, económicos…) impuestos, no podría entrar en la Unión por no ser en realidad un país europeo. (más…)

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