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Posts Tagged ‘Toros’

Hace unos meses participaba en un interesante debate que se organizó aquí en Sevilla para inaugurar el Club de Debate “de iuris” de la Facultad de Derecho de la Universidad hispalense bajo el título: Toros, ¿cultura o tortura? Hoy, en el día en que el Parlamento catalán ha decidido prohibir la celebración de este espectáculo en su territorio autonómico, creo que es interesante reproducir aquí algunas de las reflexiones que en su momento hice para tratar de argumentar la ilegitimidad de la prohibición de nuestra Fiesta Nacional.

Un par de cuestiones previas. En el presente artículo cuando me refiera a ilegitimidad lo haré en un sentido más puramente “ético” que estrictamente jurídico. En una democracia se asume con carácter general que toda medida legal es per se legítima. Siendo esto cierto, yo voy a contraponer “legalidad” a “legitimidad”, en el sentido de considerar que puede haber medidas que aun cuando hayan sido aprobadas conforme a los procedimientos democráticos correspondientes, sin embargo pueden ser sentidas por un sector de la población como ilegítimas por vulnerar su escala de valores éticos –que en el fondo informan al Derecho-. Así, por ejemplo, la nueva ley del aborto puede resultar constitucional, pero un grupo de población sin embargo puede entenderla ilegítima y, en consecuencia, justamente ejercer su derecho a criticarla. De igual forma, en nuestro caso no voy a discutir la constitucionalidad de la ley, pero sí que trataré de poner de manifiesto su ilegitimidad por vulnerar un principio básico: la libertad. Y, como he señalado ya en alguna otra ocasión, asumo aquí esa visión de la libertad en sentido “negativo”, es decir, como el espacio exento a la intervención del poder político. Ese espacio en el que ni siquiera la mayoría democrática debe entrar a regular. Extiendo así las teorías de la libertad negativa de autores como Berlin o Constant a estos problemas de “excesos regulativos” que con tanta preocupación se vienen observando en nuestras democracias actuales (a este respecto léase la obra de Charles Fried “la liberad moderna y los límites del Gobierno”). (más…)

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El mundo está lleno de salvajadas contra humanos y no humanos, pero este hecho lamentable no justifica la tauromaquia. La tradición tampoco puede utilizarse como justificación ética de una práctica cruel.

La compasión es la emoción desagradable que sentimos cuando nos ponemos imaginativamente en el lugar de otro que padece, y padecemos con él, lo compadecemos. Hemos empezado a entender el mecanismo de la compasión gracias a Giacomo Rizzolatti, descubridor de las neuronas espejo, que se disparan en nuestro cerebro tanto cuando hacemos o sentimos ciertas cosas como cuando vemos que otro las hace o siente. Las neuronas espejo de la ínsula se disparan y producen en nosotros una sensación penosa cuando vemos a otro sufriendo. Esta capacidad puede ejercitarse y afinarse o, al contrario, embotarse por falta de uso.

Los pensadores de la Ilustración, desde Adam Smith hasta Jeremy Bentham, pusieron la compasión en el centro de sus preocupaciones. David Hume pensaba que la compasión es la emoción moral fundamental (junto al amor por uno mismo). Charles Darwin consideraba la compasión la más noble de nuestras virtudes. Opuesto a la esclavitud y horrorizado por la crueldad de los fueguinos de la Patagonia con los extraños, introdujo su idea del círculo en expansión de la compasión para explicar el progreso moral de la humanidad. Los hombres más primitivos sólo se compadecían de sus amigos y parientes; luego este sentimiento se iría extendiendo a otros grupos, naciones, razas y especies. Darwin pensaba que el círculo de la compasión seguirá extendiéndose hasta que llegue a su lógica conclusión, es decir, hasta que abarque a todas las criaturas capaces de sufrir. (más…)

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ABC ha promovido la firma de un manifiesto «Por la libertad de ir a los toros«, el cual yo he suscrito, aportando la siguiente reflexión que va más allá de mi gusto por la Fiesta Nacional, que puede o no ser compartido:

La Fiesta de los Toros forma parte de nuestro patrimonio cultural y es una excelsa expresión de arte y tradición, digna de reconocimiento y tutela por los poderes públicos y de respeto por la ciudadanía.

El intento de su prohibición no supone más que una actuación exorbitante de un Parlamento autonómico que quiere imponer por vía legal el modelo de buen nacionalista, diluyendo al individuo como mero integrante de una comunidad nacional.

Ésta, junto con otras medidas como aquellas que pretenden imponer una inmersión lingüística, suponen una grave agresión a la libertad individual, un atentado contra la libertad negativa tal y como la definieron Berlin o Constant, la libertad de quedar inmunes a la acción del gobierno, la libertad para poder buscar nuestra felicidad sin obstáculos. Ser libres no es sólo tener derecho a participar políticamente, sino también poder mantener un ámbito de actuación para el desarrollo personal exento de intromisiones por parte de terceros o de otros poderes. Olvidar esto, ha llevado históricamente a las mayores tiranías.

Frente a políticas que pretenden que los ciudadanos no son más que «sangre de su tierra», yo vengo aquí a proclamar la dignidad humana y la libertad como valores superiores.

Germán T.

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No puedo dejar de hacer un breve comentario acerca de la iniciativa legislativa emprendida en Cataluña para que su Parlamento autonómico prohíba las “corridas de toros”. Esto ha llevado hoy a que, tal y como recoge el diario ABC, más de 300 personalidades del mundo de la cultura, la educación, la economía y la sanidad catalana firmaran un documento bajo el título ¡Por la libertad! y en defensa de la Fiesta (http://www.abc.es/20091216/toros-/libertad-200912162137.html). Hace unos días fue desde Francia donde más de un centenar de políticos del sur de este país remitieron una carta al Parlament con la petición de que se rechace la propuesta legislativa.

La Fiesta Nacional cuenta con adeptos y detractores a lo largo de toda nuestra geografía, pero también fuera de ella. No voy abrir yo aquí el debate sobre “Toros sí, o toros no”. No obstante, no lo eludo si al final nos decidimos a ello y empezamos a comentar esta cuestión. Prueba de esta diversidad de criterio es que yo soy persona firmemente defensora de los toros mientras que mi buen amigo José Miguel es contrario a ella.

Sin embargo, sí que aprovecho para anunciar que espero poder sentarme a preparar un artículo sobre un problema de fondo que se ve especialmente reflejado en esta polémica: los límites a las posibilidades reguladoras del Estado.

Éste es en mi opinión uno de los grandes temas de la Teoría Política actual. ¿Hasta dónde puede regular el Estado? ¿Qué margen de libertad personal debe quedar exento a cualquier penetración del poder democrático? En fin: Democracia vs. Libertad.

Por el momento valga este aperitivo.

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